FUERZAS ACTIVAS EN LA PLANTA



Consideramos las plantas como un ser cuyos orígenes se sitúan en las *regiones suprasensibles*, y que se manifiesta a los sentidos únicamente por su cuerpo, *construído a partir de sustancias minerales*. Para comprender esto, es realmente necesario tener en cuenta el principio vital, invisible, que se ha ligado al cuerpo mineral y que no obedece a las leyes físico-químicas a que todo cuerpo está sometido.

Hace falta intentar liberarlo del cuerpo mediante el pensamiento, y observarlo separadamente. Se nos aparece entonces, que *este principio vital consta de siete aspectos*, igual que el arco iris, *correspondiendo sus matices a los días de la semana, a los siete astros móviles de nuestro sistema planetario, y a las siete épocas terrestres pasadas y por venir*. Dichos *planetas constituyen los hitos de esa evolución*. *En la planta visible pueden diferenciarse claramente siete partes*, estando cada una de ellas ligada a un aspecto de este principio vital. De todos modos, es necesario advertir contra una interpretación dogmática de las correspondencias.
*Tras la germinación de la semilla aparece la raíz*, que se dirige al centro de la Tierra. Sin embargo la planta sólo mantiene esa dirección en el laboratorio, en medios de cultivo hidropónicos; en el exterior se desvía por las partículas terrestres sólidas que encuentra en su camino y las diferencias de humedad de la tierra. En efecto, *la raíz posee una extraordinaria facultad táctil*, que le permite desarrollarse hacia donde puede encontrar agua; crece en dirección de los lugares húmedos, ya que *pertenece al elemento acuoso. Éste se halla en relación con la Luna*. Piénsese en las mareas, en la periodicidad de ciertas funciones animales y en los *movimientos de la savia en los tallos, que dependen de la Luna*.
En el comportamiento de la raíz subsiste un último destello de las “plantas-animales” de la Antigua Luna, de las cuales las plantas actuales se separaron en épocas muy lejanas.
Simultáneamente con las primeras raíces aparecen los tallos. En general *los tallos crecen éstos en dirección opuesta a la de las raíces y carecen de su facultad táctil*. Los tallos principales y los troncos de los árboles *toman la dirección del radio terrestre*, si no son desviados por fuerzas exteriores, como el viento. *En este comportamiento se manifiesta cierto carácter defensivo, algo de las fuerzas de Marte*, que se atenúa progresivamente en las ramificaciones, de modo que en los sauces llorones por ejemplo, las ramas cuelgan hacia abajo y toman el sentido de la raíz. Pero tal capacidad de protegerse de la tierra reaparece en los árboles citados cuando se plantan esquejes de ellos para reproducirlos. Los brotes vuelven a crecer entonces hacia fuera. *El desarrollo del tallo no hace más que mostrar una forma en la que se expresa lo marcial*.
En el fondo, toda forma sólida que adopte cualquier organismo es expresión de esa fuerza. Surge así en él la imperiosa necesidad de protegerse del entorno. Según esto, *Marte no es sólo el dios de la consolidación sino también de la guerra*. Plantas como *las palmeras, en las que dominan los tallos, se consideraban guerreras*.
Por otra parte se hallan también *emparentadas con el elemento sólido*, ya que como consecuencia de la ausencia de un anillo de cambium no pueden crecer en espesor ni formar anillos anuales, poseyendo después de la germinación el espesor que mantendrán hasta su más avanzada edad. La característica del tronco de palmera es poseer el mismo grosor arriba que abajo, salvo algunas excepciones.
Si se suprimiera esta facultad de crecimiento en altura, única que les queda, este género vegetal volvería a descender al nivel propio del mineral, ya que *la esencia del vegetal reside en su capacidad de crecimiento*.
Autor: Alfred Usteri

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