LOS ÁRBOLES Y LOS CELTAS II

En pueblos indoeuropeos pre-célticos se sabe que el término árbol significaba “Fuerza” y que se usaba incluso en nombres propios. 

En gaélico, 'fid' significa árbol y 'fios' conocimiento.

En galés, dichas palabras son respectivamente 'gwydd' y 'gwyddon'.


Los celtas asociaron cada árbol con una época del año y usaron un horóscopo basado en los árboles que ellos consideraban sagrados.
En correspondencia, a cada árbol se le otorgó un mes.

El primer mes está atribuido al abedul, el cual es un árbol de luz (entre otras cosas por su corteza blanca y sus hojas de color verde claro).
El abedul es uno de los primeros en tener sus hojas de primavera, es el árbol de la juventud y el año nuevo y sus varas de abedul se utilizaban para expulsar el espíritu del año viejo.

El Serbal en cambio, es un árbol de adivinación y protección, probablemente debido a sus bayas rojas. Se dice que los druidas han utilizado desde tiempos inmemoriales varitas de Serbal para obligar a los espíritus para responder.

El fresno es el árbol del Renacimiento, de protección y adivinación. Las varitas de druida eran a menudo de fresno y no es casualidad que el árbol de la vida, Yygdrasill, fuese precisamente un fresno. La vara o bastón del dios celta y jefe de los Tuatha De Dannan, Dagda, se cree que estaba hecha de madera de fresno.

El aliso es considerado un árbol de la muerte y resurrección, capaz de crecer en los suelos más inhóspitos. Cuando se corta, la madera de aliso cambia de blanco a rojo, razón por la que su tala era considerada tabú.

El Sauce es el árbol del encantamiento, consagrado a la Luna y a la diosa que conduce al renacimiento espiritual.

El Espino es un árbol venerado especialmente en las celebraciones de Beltane. Este árbol, especialmente solitario, es considerado un árbol de hadas y considerado de muy mala suerte cortar cualquiera de sus ramas. Su asociación a la fertilidad viene porque se creía que en la fiesta de Beltane se propiciaban los matrimonios temporales o votos de matrimonio estando el espino presente en tales ceremonias.

El roble (“Duir" en irlandés) es muy apreciado por su sabiduría, fuerza y los atributos fálicos de sus bellotas. Se cree que la palabra "Druida" deriva, en parte, del roble cuya raíz es "dru". Aunque el roble se considera un árbol masculino, hay personajes femeninos que se mecen en sus poderosas ramas.

El acebo es especialmente venerado en la fiesta de Yule, su quema significa el fin del reinado del rey acebo (invierno) y el principio del reinado del roble (sol).

El avellano es el árbol del conocimiento celta, sagrado para las hadas, poetas y buscadores de la sabiduría. Su madera era muy apreciada para fabricar varas de adivinación y su tala era un tabú. 

El conocimiento esotérico del avellano se concentra en sus dulces frutos. Los nueve avellanos sagrados que crecieron en la desembocadura del río Boyne y Shannon en Irlanda hizo que sus frutos cayesen al agua y fueran tragados por el salmón del conocimiento que nadaba en ese momento por allí. Se dice que el número de manchas en la espalda del salmón refleja el número de avellanas que ha comido.
Asociado con los druidas, el Avellano era conocido como "Bilis Ratha", el "árbol venerado de la “rath" ("bilis" en irlandés es antiguo árbol sagrado, por ejemplo, "el mago de la bilis" se refiere a la "llanura de árbol sagrado)."

La vid y la hiedra son ambas plantas que crecen en espiral.
Este tipo de crecimiento propicia la creencia de que la vid y la hiedra son plantas de la reencarnación. La vid es considerada un "árbol" de Renacimiento, alegría y euforia. La hiedra en cambio, es considerada un árbol de reencarnación y de la vida eterna debido al patrón espiral que posee.
Al parecer la caña o el carrizo, era el símbolo de la soberanía y el poder porque gracias a ella se construían los techos de las casas de los pueblos celtas y era tan apreciado que fue considerado tan importante como un árbol. Su sonido era representado como un mensaje divino cuyo significado había que desentrañar.

El saúco (antiguo irlandés "tromm," género Sambucus) también es considerado el árbol de las hadas ya que se considera un lugar de mística morada de espíritus, siendo especialmente potente cuando crecen en un cementerio.

El Manzano cuya ausencia en el calendario celta es más que evidente a pesar de ser uno de los árboles más importantes para los celtas, puede deberse a la asociación que se produjo en plena cristianización de la manzana con el fruto tentador del diablo.
También se dice que al representar dicho árbol la inmortalidad, los secretos que conformaba eran celosamente guardados bajo llave y solamente transmitidos a ciertos elegidos y por esta razón era considerado un árbol secreto.
Este árbol, el manzano, además de ser el símbolo de la inmortalidad, era la representación de la perfección y la pureza y sus flores eran el signo del amor, la juventud y la fertilidad. 
Los manzanos rivalizan con los avellanos en linaje y tradición mágicos (por algo están relacionados con Avalon que significa "isla de los manzanos".
Su etimología es protoindoeuropea y su evolución acabó derivando en el galés antiguo Abal (manzano), idéntico a la voz celta Abal, con igual significado.) y por eso aparecen juntos en multitud de leyendas y poemas antiguos celtas.
También en Irlanda se relaciona el manzano con el Más Allá y así, se relaciona en muchas leyendas con el País de las promesas o el otro mundo. De ese lugar llegó una mujer portando una rama mágica de manzano que mostró al héroe céltico Bran, y con ayuda de la cual, logró convencerlo para partir hacia el Oeste.
También el navegante Máel Dúin visitó dicha isla, que estaba cubierta de un espeso bosque del que arrancó una rama: Entonces “tres días y tres noches permaneció la rama en su mano, y al cuarto día habían nacido tres manzanas en el extremo del ramo. Durante cuarenta días, cada una de esas manzanas bastó como alimento”.
Es conocida asimismo en la mitología irlandesa la historia del rey supremo Cormac mac Airt, al cual, mientras reposaba sobre las murallas de Tara, se le apareció un mensajero del País de las Hadas que le ofreció una rama mágica de la que pendían tres manzanas de oro a cambio de tres deseos: Cormac accedió a ellos y se hizo con dicho objeto.




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