LOS ALIMENTOS Y NOSOTROS II



LA PRESENCIA DE LOS ELEMENTOS EN LOS ALIMENTOS

*ESTOS CINCO ELEMENTOS SON: ÉTER, AIRE, FUEGO, AGUA Y TIERRA.*
Los cinco elementos tienen algo de materia y algo de energía.
Van desde lo más sutil (éter), a lo más tosco (tierra).
La materia se manifiesta como la combinación y permutación de estos cinco elementos o estados vibratorios de la energía.

Su interacción, constituye la formación de infinitos números de objetos desde animados a inanimados.
La materia se determina de manera específica
de acuerdo con la predominancia o carestía de los elementos en ella contenida.
Debido a las diferentes posibilidades en las combinaciones y permutaciones
de éstos, se manifiesta la diversidad de las formas y propiedades de todo lo que existe. *Esta misma consideración debemos tenerla en lo referente a la nutrición y los alimentos que tomamos*.
Cada uno de ellos, son combinaciones únicas y específicas de los cinco elementos, que determinan sus características físicas y energéticas, así como la influencia global que ejercen sobre nosotros.
Recordemos a través de una breve explicación cada uno de los elementos:



AKASHA. ÉTER.
Es el elemento omnipresente y penetrante en todo; sustancia informe que
todo lo impregna y todo lo abarca. Aloja a los otros cuatro elementos y a todos los objetos del Universo.
Su atributo es el sonido (órgano de los sentidos capacitado para aprehender el éter) y su acción es discriminar.
Podemos conocer y diferenciar las cosas, porque entre ellas existe el espacio. Es el elemento más sutil de todos.
En el cuerpo está presente, en cualquier órgano que esté hueco o tenga orificios. Aparece siempre que haya espacio (nariz, tráquea, venas, arterias, estómago, espacio extracelular, intracelular, etc); y se encarga de separar estructuras.
Gracias al espacio podemos entender la percepción del silencio y de la espera. Nos enseña a disolver el ego, a no hacer nada. La meditación es una
práctica útil que nos permite conseguir dominio en este procedimiento.
En el aspecto psicológico aporta libertad, paz, expansión de la consciencia, amor y compasión, como formas elevadas de sentimientos más allá de las emociones mundanas.
También está implicado en sentimientos más “negativos” como son la separación, el vacío, la añoranza, el aislamiento, la falta de enraizamiento, la inseguridad o el miedo.
Sus cualidades son: la unidad, la expansión ilimitada, la separación, la integración y segregación, la convergencia y la divergencia, la ligereza, la suavidad, la blandura, la inactividad, la claridad, la ausencia de movimiento, la temperatura ni fría ni caliente, lo sutil y lo liso.
Todas ellas son cualidades del espacio y de los objetos y seres donde predomine.


VAYU. AIRE.
El aire es la sustancia que se mueve y facilita el movimiento, siendo el responsable de todos los ritmos y flujos de la naturaleza (nubes, climas, estaciones, etc).
Es la segunda manifestación de la conciencia y se mueve por el espacio.
Su atributo es el tacto y su acción es mover.
En el cuerpo promueve el movimiento (latido cardíaco, circulación sanguínea,
peristaltismo, respiración, impulso nervioso, eliminación de desechos, etc).
Controla todas las actividades del cuerpo, los pulsos y todos los compuestos
gaseosos. Sus acciones naturales son el movimiento y la sequedad (el aire seca).
Se le relaciona con el tacto, ya que es el sentido más capacitado para percibir el aire, y más en concreto, se le relaciona con la piel y su capacidad perceptiva.
El flujo del deseo, de la voluntad y del pensamiento, están regidos por este
elemento; esto nos aporta capacidad para fluir y evolucionar.
Necesitamos tener siempre posibilidad de movimiento para garantizar la vida, la adaptabilidad y el cambio; atributos que corresponden al funcionamiento del aire. En exceso puede generar ansiedad, inseguridad y nerviosismo, ya que un movimiento desmedido siempre es malo.
En nuestra vida, el aire debe ser controlado; nos enseña que debemos movernos, pero funcionando dentro de un equilibrio.
Ejerce un efecto desecante sobre los otros elementos y objetos.
Entre las propiedades de este elemento destacan: la ligereza, aspereza, claridad, movimiento activo y centrífugo, seco, ligero, claro, informe y móvil.


AGNI. FUEGO.
El sol y el fuego son las principales fuentes de energía de la naturaleza.
Todos sus procesos metabólicos, como son la maduración o el marchitado de
las frutas y de las hojas dependen del sol y su energía.
Provoca la evaporación del agua y la formación de nubes que aportan lluvia a la tierra. 
El fuego es la sustancia que produce calor y energía.
Este elemento es capaz de transformar una sustancia sólida en líquida o en gas, aumentando o disminuyendo la disposición de la materia.
Es el tercer elemento en la manifestación de la conciencia; cuando el aire empieza a moverse genera fricción y esto a su vez genera calor o fuego.
Su atributo es la apariencia, ya que de él depende el lustre de los seres vivos y su acción principal es la transformación.  
En la naturaleza se asemeja al sol por ser el elemento calefactor y transformador.
El agni digestivo es lo más parecido y tangible al elemento fuego expresándose explícitamente dentro de nosotros.
Nuestro principal fuego biológico está en el plexo solar y regula la temperatura corporal, así como todo el proceso digestivo.
Este elemento además de ser responsable de una buena digestión, es responsable de la visión, de la pigmentación de la piel, del calor, de la asimilación de nutrientes, del metabolismo general del cuerpo, del comportamiento enzimático y del pensamiento (transforma información sensorial en conocimiento).
Se le relaciona con la visión (rupa) y con los ojos como principales  órganos de los sentidos. Consideramos la luz como una expresión del elemento fuego y sin luz no podríamos percibir visualmente el mundo.
Este elemento es sinónimo de inteligencia; necesario para el entendimiento,
la comprensión o la apreciación de las cosas.
En exceso es responsable de emociones viscerales como la ira, el odio, la envidia, la crítica, la ambición y la competitividad.
Como propiedades del fuego destacan: caliente, seco, agudo o penetrante,
activo, mutante, ligero, claro, luminoso. Se expande ampliamente y a alta velocidad. Su movimiento es de dirección ascendente.


JALA. AGUA.
El agua es esencial para el mantenimiento de la vida. Es la sustancia que facilita la unión o cohesión.
Carece de forma estable, pero es increíblemente adaptativa.
Une las moléculas y es energía química, siendo el disolvente universal.
Su atributo es el sabor y su acción es cohesionar y nutrir.
Es el elemento de la nutrición y de la manutención.
Cualquier tipo de lubricación y cohesión en el organismo está relacionado con este elemento, asociándose a sustancias además de líquidas, untuosas, frías o blandas. Fluidos corporales como la sangre, la linfa, la orina, el sudor, las lágrimas o el semen son manifestaciones del elemento agua.
Estas sustancias por esas cualidades lubrican, humedecen, ablandan, nutren, unen o exudan.
Su atributo principal es el sabor (rasa) y el órgano de los sentidos que mejor percibe el agua es la lengua (no hay sabor en una boca seca; la lengua precisa de humedad para poder percibir el sabor).
A nivel psicoemocional genera satisfacción, amor, plenitud, contento.
En exceso produce ansia, complacencia, excesiva o gula. El edema corporal y la obesidad se asocian a este elemento.
Como propiedades destacan: fluidez, blandura, inactividad, adherencia, frío, viscosidad, humedad, movimiento descendente.
El agua es pesada, suave, densa y cohesiva.


PRITHVI. TIERRA.
Elemento que proporciona forma y presencia; sustancia estable.
Es el más denso de todos los elementos y no es ni frío ni caliente.
Según el Ayurveda, es consciencia cristalizada o solidificada.
Aporta fuerza y estructura al organismo.
Su atributo es el olor y su acción es estabilizar y dar forma.
Todo lo que es denso, duro o estable está relacionado con este elemento.
En exceso produce obstrucción o calcificación a nivel orgánico.
Si el olor es su atributo, el órgano de los sentidos que mejor lo percibe es la nariz y el olfato.
A nivel psicológico favorece el perdón, el sostén, el enraizamiento, el crecimiento, la capacidad de consolidar cosas nuevas.
En exceso genera apegos, avaricia, inamovilidad y rigidez.
Su naturaleza es predominantemente sólida, y entre sus propiedades están: la aspereza, dureza, lentitud, inactividad, inmovilidad, firmeza, densidad, amplitud o volumen pertenecen a este elemento.
Su movimiento es descendente.
En el cuerpo, todos los músculos y huesos representan la tierra y gracias a ellos, mantenemos una estructura en equilibrio.
La capacidad de mantenerse      firme y con aplomo ante los vaivenes de la existencia, está vinculada a los atributos psicológicos de la tierra. Así, la estabilidad y la entereza son cualidades de este elemento operando en la mente.
En esencia, podemos afirmar que para expresarnos y consolidarnos en la forma material, precisamos de este elemento y todas sus características funcionando de forma integrada.

Resumiendo lo que hemos visto hasta ahora, en primer lugar la conciencia necesita del elemento éter o espacio.
Es un elemento que permite a “Dios” la experimentación de sí mismo, ya que establece el espacio suficiente para que la conciencia aflore y tome perspectiva de si.
El aire o el vayu pone en movimiento esa conciencia para que el proceso de expresión individualizada pueda producirse.
El elemento fuego es el elemento mutante; la fuerza que ayuda a transformar y generar nuevas realidades; el poder de la metamorfosis.
Se encarga de mediar entre lo más sutil y lo más denso, o lo que es lo mismo, entre la energía y la materia para que las trasformaciones de unas en otras puedan llevarse a cabo.
El elemento agua es el elemento que da cohesión a las partículas y permite
que las estructuras energéticas se vayan estabilizando.
Finalmente, la conciencia se expresa plenamente conformándose en el plano material a través del elemento tierra. Gracias a este elemento, se experimenta en la dimensión más densa y tangible.

Comentarios

Entradas populares